San Bernardo de Claraval: Biografía, Santo y Más

San Bernardo de Claraval, es un santo francés, proveniente de una familia de nobles, que decidió dedicarse a la predicación religiosa. Te invitamos a conocer aquí en este artículo, todo sobre este gran representante de las iglesias católica, anglicana y luterana.

SAN BERNARDO DE CLARAVAL

Biografía de San Bernardo de Claraval 

San Bernardo de Claraval, cuyo su nacimiento se remonta al año 90 del Siglo XI, en Francia. Según lo que se relata de él, vivió junto a sus padres y sus seis hermanos en un castillo, ya que su progenitor integraba el ducado de la región de Borgoña.

Fue criado y educado en un ambiente religioso, asistió desde la edad de nueve años a la escuela de Châtillon-sur-Seine, donde aprendió también latín y literatura. Luego, estando muy joven Bernardo por lamentables circunstancias al morir su madre y con la ayuda de su benefactor el duque de Borgoña pudo ingresar al monasterio como parte de la Orden del Cister.

En ese lugar, él llevó una vida de clausura de mucha severidad y estricto cumplimiento de las normas establecidas desde su fundación por el abad de Molesmes. Se cuenta que en esta agrupación de religiosos, también estaban cuatro de sus hermanos, varios amigos y un tío, y que al tiempo, se le unió su padre y otro de sus hermanos.

Años después, en el siglo XII, le fue encomendado por el entonces abad de nombre Stephen Harding, una de sus grandes misiones, como fue la creación de otro ministerio en Claraval, esto en razón del incremento y el hacinamiento de los seguidores del tan relevante ideal religioso que cada vez ganaba más adeptos, allí, San Bernardo va a ejercer la máxima rectoría hasta el final de su vida.

Se dice que, en su afán de cumplir con sus estrictas obligaciones religiosas, su salud se vio afectada, a tal punto que un delegado de la congregación llamado William de Champeaux, le aconsejó retirarse por un tiempo a otro lugar para mejorar sus quebrantos, ante el gran deterioro físico que tenía por la restricción de alimentos y las duras mortificaciones que se imponía, lo cual por cierto eran actos muy propios en aquella época.

A San Bernardo de Claraval, se le atribuye la fundación de sesenta y ocho monasterios en Europa, especialmente, en países como Alemania, España e Inglaterra. También, se le conoce como un gran místico, en virtud de sus frecuentes experiencias espirituales y su alta conexión divina, por lo que es considerado como uno de los fundadores del misticismo medieval, especialmente se destaca su extraordinaria influencia en la propagación de la devoción a la Virgen.

Otra de sus virtudes relevantes, fue su activa participación en la conformación de la estructura de las órdenes militares, para amparar a los fieles devotos en su trayecto a la Tierra Santa, y la lucha contra el Islam. Por lo tanto, destacan sus contribuciones en las escrituras de los estatutos de creación y expansión de la Orden del Temple y la influencia que tuvo para que la iglesia católica aceptará oficialmente a dicha congregación de caballeros, lo cual ocurrió en el Concilio de Troyes en el año 1128.

San Bernardo de Claraval, en una faceta de su existir, incursionó por siete años en el escenario político, ya que desde 1130, por decisión del llamado antipapa Anacleto, tuvo que interrumpir su pasión religiosa en el monasterio, por cuanto él no estaba de acuerdo del arduo apoyo público que le daba al también Papa Inocencio II, pero lo que consiguió fue que este Santo, se convirtiera en uno de los representantes políticos más influyentes para ese entonces. Fue un gran defensor de lo que se llamaba ciencias sagradas en contraposición con las ciencias profanas.

Además, se destacó por ser uno de los propulsores de la predicación de la iglesia en la época medieval, por lo que, en sus muchos recorridos por las regiones de su país natal, Francia, resaltaba la gracia de asumir los votos eclesiásticos e integrar la congregación del cister, logrando con su voz melodiosa y gran capacidad de convencimiento, que los monjes aumentaran cada vez más.

SAN BERNARDO DE CLARAVAL

En sus viajes para llevar la palabra, un monje que lo acompañaba dejó por escrito todas sus experiencias, registrándose una muy particular que tiene que ver con el hecho de ser bien recibido en varios lugares del sur de Francia, pero que también fue rechazado por un grupo religioso denominado los cátaros o los argelinos, contra los cuales muchos años después se produjo una cruzada de represión luego de declarárseles herejes.

San Bernardo de Claraval, tuvo la gran dicha y regocijo porque su extraordinario seguidor de sus enseñanzas, el italiano Bernardo de Pisa, en el año 1145 y que estaba al frente del treinta y cuatro monasterios de la Orden, llegó a ser el máximo jerarca de la religión, Eugenio III.

Los esfuerzos de toda una vida entregado a la fe, tuvo un revés con los resultados de lo que fue la Segunda Cruzada, y el fracaso que representó esto para su gran influencia motivadora que aludía tener gran poder religioso y político en esa época.

El final de su vida llegó a la edad de sesenta y tres años, el 20 de agosto de 1153, producto de una enfermedad estomacal que lo aquejaba desde hacía mucho tiempo, sus restos se encuentran en la Catedral de Troyes. Veintiún años más tarde, fue canonizado el 18 de enero de 1174 por el Papa Alejando III, y luego Pío VIII en 1830 lo declaró Doctor de la Iglesia.

Las fiestas conmemorativas de San Bernardo de Claraval se celebran el 20 de agosto, es el patrón de Gibraltar, de Algeciras, de los trabajadores agrícolas y de un colegio de la universidad de Cambridge. Su representación iconográfica son la pluma, el libro, el perro, el dragón, la colmena y la Virgen María.

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Principales Intervenciones Públicas

Este Santo se le reconoce como el gran inspirador de la redacción de los lineamientos que regían la Orden de los templarios. También por su importante participación para solucionar el cisma papal que se produjo en aquel tiempo.

A su vez, se destacan, su posición firme que cuestionaba el manejo de la razón en los asuntos religiosos, así como, magníficas predicaciones en la segunda cruzada. A continuación se presentan los detalles de cada una de sus intervenciones:

Organización de la Orden del Temple

En 1099, las cruzadas recuperaron Jerusalén y los lugares sagrados de Palestina. Los peregrinos eran emboscados en sus trayectos trazados de predicación, por tal motivo la congregación de los caballeros de Cristo decidió prolongar su votos y dedicar sus vidas a la defensa de aquellos. En 1127, el fundador de los templarios, Hugo de Payens, le pidió al Papa Honorio II que reconociera su organización.

Esta agrupación de los templarios, estaba apoyada por Bernardo de Claraval, quien tenía parentesco con uno de los creadores, André de Montbard, fue el que impulsó, que se realizase el consejo en Troyes para regular su organización y obtener el reconocimiento por parte de la iglesia.

La organización de los defensores de los pobres predicadores, se ha regido por dos normativas, la primera, la regla del temple con gran similitud con las estrictas reglas cisterciense, ya que fueron adoptadas en su redacción por el abad Bernardo.

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Las mismas contenían los elementos propios de las sociedades de la época, como son las estructuras jerárquicas y poderes totalitarios, que regulaban la elección de quienes ordenaban y controlaban el estamento. Luego, la Orden de los templarios tuvo una segunda regulación inspirada por un Patriarca de Jerusalén, denominada la Regla Latina.

Bernardo escribió en 1130, una de sus grandes obras, el Elogio de la Nueva Milicia Templaria, que vinculaba los lugares de la vida del Mesías con expresiones citadas de las santas escrituras, comparando sus actuaciones y propósitos con una milicia divina:

Esta milicia se esfuerza por erradicar a los hijos de la infidelidad … luchando al mismo tiempo en un doble frente: contra hombres de carne y hueso y contra las fuerzas espirituales malvadas.

Intervención en el cisma papal

Al fallecer el papa Honorio II, se produjo un controversial suceso como lo fue la elección de dos pontífices, lo que causó el cisma de la iglesia, ya que una parte del cónclave eligió a Pietro Pierleoni, quien adoptó el nombre de Anacleto II; mientras que una minoría de cardenales eligió a Gregorio Papareschi (Inocencio II), con lo cual Bernardo se mostró abiertamente a favor de Inocencio II, según lo dio a conocer ante el alto clero en toda Europa.

Su intervención fue crucial en la asamblea de Estampes de autoridades eclesiástica, convocado por el rey francés Luis VI. Asimismo, la influencia de Bernardo favoreció la confirmación de Inocencio II, obteniendo el apoyo de las monarquías de Inglaterra, Alemania, Francia, España y dos ciudades italianas, Génova y Pisa. En este concilio Anacleto fue rechazado como Papa y excomulgado.

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Controversia con Abelardo

Pedro Abelardo, uno de los primeros escolásticos, había comenzado con la dialéctica y mantenía que «se deben buscar los fundamentos de la fe con similitudes basadas en la razón humana». Entonces él mencionó:

Decidí explicar los fundamentos de nuestra fe a través de similitudes basadas en la razón humana. Mis alumnos me preguntaron por razones humanas y filosóficas y me exigieron lo que podían entender y no lo que no podían discernir.

Dijeron que era inútil decir muchas palabras si no se hacía de manera inteligente; que no se puede creer nada que no se haya entendido previamente; y que es ridículo que alguien predique algo que ni él ni sus alumnos puedan entender con el intelecto.

Estas nuevas ideas de Abelardo no fueron aceptadas por el superior de la abadía y todos los que pensaban tradicionalmente. Por lo que en el año mil ciento treinta y nueve, William de Saint-Thierry encontró diecinueve propuestas supuestamente heréticas y fue Bernardo de Claraval el que las envió a Roma para ser condenadas. En el sínodo o asamblea de Sens, Abelardo fue obligado a retractarse, y como no lo hizo, lo condenaron como hereje en silencio eterno como maestro.

Bernardo, en una carta a Inocencio II (Contra los errores de Abelardo), contradijo los supuestos errores de Abelardo, ya que creía que la fe solo debía ser aceptada por su misma, expresando lo siguiente:

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Como estaba dispuesto a usar la razón para explicar todo, incluso las cosas que están por encima de la razón, su suposición fue contra la razón y contra la fe. ¿Porque hay algo más hostil a la razón que tratar de superar la razón por la razón? ¿Y qué es más hostil a la fe que negarse a creer lo que no se puede lograr con la razón?

Para Bernardo, la verdad detrás de la creencia en Dios es un hecho directamente infundido por la divinidad y, por lo tanto, innegable. Contra la afirmación de los racionalistas de que la teología debería estar respaldada por evidencia, dijo en un argumento bien conocido:

Lo sabemos (la verdad). Pero, ¿cómo creemos que entendemos eso? La explicación minuciosa no lo entiende, pero la santidad, si es posible entender lo incomprensible.

Pero si eso quizás no se entendiera, el apóstol no habría dicho … «y fundado en la caridad, se puede entender junto con todos los santos». Los santos, por lo tanto, entienden. ¿Quieres saber cómo?, si eres santo, lo entenderás y lo sabrás. Si no, sé santo y sabrás por experiencia.

La opinión de Bernardo, acerca del mal empleo que hacía Abelardo de la razón, se ganó el apoyo de místicos e irracionalistas, que estuvieron de acuerdo con él.

Predicación de la Segunda Cruzada

Durante la Segunda Cruzada, asumió un importe rol político de toda su carrera religiosa y se convirtió en el pastor de la nueva Guerra Santa. Hasta que esta fracasó y le significó el declive de su poder político.

Medio siglo antes, durante la primera cruzada, nobles franceses instalaron el feudalismo en Palestina. En 1144, los movimientos del Islam ocuparon la ciudad cristiana de Edesa y en el año 1145, Luis VII de Francia le pidió a Bernardo que la predicara.

Él le respondió que solo el pontífice lo podía instruir a que lo hiciera, por lo que Eugenio III a petición del rey, le pidió a quien en el pasado había sido su mentor, Bernardo, y de quien recibió grandes enseñanzas, para que se encargara de predicar la cruzada y las indulgencias que fluían de ella.

Bernardo, quien predicó la cruzada, mostró una personalidad diferente a la que había tenido hasta entonces. Entendió la vida interior como la unión del alma humana con Dios e identificó la vida interior con la existencia en toda la iglesia, siendo su concepción de la cruzada básicamente mística.

Él creía que la Iglesia Católica podía llamar a las naciones cristianas a las armas para proteger el orden de Dios. Pareciendo que no había necesidad de entender el Islam.

Según él, si Dios consideraba necesario que los ejércitos defendieran su poder en la tierra, si el propio superior de la religión le encomendaba predicar la cruzada, asumía entonces que era una misión divina. Por lo tanto, les dijo a los fieles creyentes cristianos que era una guerra santa, porque así fue como la concibió.

En un escrito posterior al Papa, reflexionó sobre la cruzada: y le dijo que su autoridad al enviarlo a la cruzada la cumplía con mucha obediencia, y sus palabras eran escuchadas y hacían que los cruzados se multiplicaran para que las ciudades y los castillos estuvieran vacíos, y que era difícil encontrar casi ningún hombre por cada siete mujeres.

La predicación realizada en Alemania no fue considerada por el pontífice, no obstante, incorporó a la nobleza para la causa. Se consideraba que Bernardo era más valioso como predicador que como estadista y político en la iglesia, ya que motivaba cada vez más a los cristianos a sumarse a la cruzada.

Los cruzados sufrieron una gran derrota por el Islam y causaron un gran pesimismo en todo el cristianismo. Bernardo, quien había sido el predicador principal y el que había atraído a la gente, fue llamado un embaucador y un falso profeta.

El resultado adverso de esta segunda cruzada impactó los niveles de confianza de la iglesia, y fue duramente cuestionada la fortaleza de la religión cristiana. Dicho fracaso también afectó la buena referencia que se tenía de Bernardo.

Sin embargo, su arraigada convicción en los motivos que lo impulsaron a cumplir su rol en esa campaña militar, lo llevaron a afirmar que las críticas del pueblo cristiano eran para él y no para Dios, tal como lo dejó escrito en el libro dirigido al Papa Eugenio III.

Su Orden del Císter

Seguidamente presentamos las actuaciones del personaje principal de este artículo, durante su permanencia en esta orden religiosa.

Abad del Císter

Cuando San Bernardo tenía veintitrés años, se unió a la Orden del Cister, y a los veinticinco, se le dio la oportunidad de ser uno de los promotores de la expansión de los seguidores de este grupo religioso y fundó el Monasterio de Claraval, donde fue nombrado abad, que por ser un cargo vitalicio, él estuvo hasta que partió de este mundo.

Fue el entonces abad de la Orden Esteban Harding , quien le entregó a Bernardo su propia junta y la carta de la caridad, que fijaba los estándares comunitarios de pobreza total, la obediencia a los obispos y la devoción al culto divino, así como el abandono de las ciencias profanas.

Bernardo fue uno de los grandes forjadores del espíritu cisterciense, su digno ejemplo y sus arraigados ideales le permitieron ser el arquitecto de la gran difusión de esta orden religiosa, que pasó del único monasterio cuando él se incorporó, a tener trescientos cuarenta y tres cuando falleció. Él tuvo el privilegio gracias a su ardua labor, de ser el fundador de sesenta y ocho nuevos ministerios de los ciento sesenta y ocho que se derivan de la conexión Claraval.

Císter era una visión completamente diferente de la vida monástica medieval de Cluny. La regla cisterciense fue en la práctica una crítica a esta, señalándose a Bernardo como el portavoz de esta contraposición a los cluniacenses, la cual expresó al escribir la disculpa a Guillermo en el año 11124:

La iglesia brilla en todas partes, pero los pobres tienen hambre. Las paredes de la iglesia están cubiertas de oro, pero los niños de la iglesia todavía están desnudos. Por Dios, por qué no te avergüenzas de tanta estupidez, al menos lamenta gastar tanto.

Desde la disculpa a Guillermo, el régimen cisterciense actuó como una reacción al desbordamiento de esa otra orden, al decir que si los curas habían tomado un papel importante en la iglesia en el año 1100, ocupando importantes puestos y donde ejercieron su influencia en el poder civil, ya para el siglo XII le corresponde a los cistercienses.

Inspirador de la arquitectura cisterciense

En su discurso a Guillermo, también fijó los lineamientos teóricos para la construcción estandarizada de todos los monasterios cistercienses. En esta apología, Bernardo juzgó la vistosidad y opulencia del arte general de la época, en especial la majestuosidad de las Iglesias, sus esculturas, pinturas y demás elementos de grandeza promovidos por la otra orden.

Sobre la base del espíritu cisterciense de pobreza total y estricto ascetismo, es decir vivir con austeridad y desapego a todo lo material, concluyó que sus monjes, que habían renunciado a la bondad del mundo, no necesitaban nada de esto para reflexionar sobre la ley de Dios.

La crítica la distribuyó en dos ejes. Primero, la pobreza voluntaria: las esculturas y los adornos eran un gasto inútil: estaban desperdiciando el pan de los pobres. En segundo lugar, también rechazó las imágenes porque distraían la atención de los monjes y les impedían encontrar a Dios a través de las santas escrituras.

Cuando tuvieron alrededor de noventa monasterios en el año 1135 y aumentaron su ritmo con diez nuevos por año, Bernardo tuvo que pensar que la orden se había consolidado y con un crecimiento excesivo, y que un modelo monástico que asegurara la uniformidad de la orden era urgente. También tuvo que reflexionar que la orden no podía continuar con las frágiles instalaciones de madera y adobe, que requerían monasterios de piedra para servir a las futuras generaciones de monjes.

Bernardo participó en el proceso de construcción de los dos primeros monasterios, Claraval II y Fontenay, en los cuales se usaron materiales más resistentes. En estos proyectos tomó las decisiones en cuanto a diseño y funcionamiento adecuado, ya que del primero era su abad y el segundo era derivado de aquel, convirtiéndose por lo tanto en la fuente de inspiración que definió la arquitectura de esta orden religiosa.

Para él, la arquitectura cisterciense debe reflejar los componentes propios del comportamiento de cada día de austeridad y pobreza total, y que constituyen el espíritu cisterciense, lo cual debe estar en correspondencia con el silencio y la contemplación, que son otros ideales de este instituto religioso.

Estas primeras construcciones se hicieron en el estilo románico de Borgoña, que había incluido la bóveda de arco apuntado y la arista. Luego adoptaron algunos de los conceptos del nuevo estilo gótico y lo incluyeron en sus diseños, lográndose edificaciones donde las dependencias románica y gótica coexistieron al mismo tiempo, hasta que la primera se descartó con el tiempo.

Influencia en el Papa Cisterciense Eugenio III

Eugenio III era considerado como un hijo espiritual para Bernardo. Ya hemos mencionado que pasó diez años en Claraval antes de ser elegido Papa, como monje bajo la autoridad espiritual de su abad Bernardo. Luego, durante otros cinco años, fue abad en una rama del monasterio de su mentor.

Por lo tanto, entre ambos mantuvieron una comunicación enmarcada por esa relación de dependencia espiritual. En una oportunidad el pontífice le pidió que le redactara una disertación sobre los deberes de quien ejerce este alto cargo de la iglesia, y escribió el tratado «De Consideratione» en 5 libros.

Es su disertación más conocida y, aunque la escribió para el Papa Eugenio III, también lo hizo en la práctica para todos los posteriores.

Bernardo continuó sintiéndose como su padre espiritual, como señaló repetidamente en el prefacio de este texto, al expresar que: «el amor que le confieso no te considera como Señor, le reconoce como su hijo entre las insignias y el esplendor de tu exaltada dignidad. Le amaba cuando eras pobre, y todavía como el padre de los pobres y los ricos. Porque le conozco bien, no porque te hayas convertido en el padre de los pobres, ya no eres pobre en espíritu».

En este escrito, insiste en la necesidad del fortalecimiento de lo interno y la oración para aquellos con la mayor responsabilidad de la Iglesia. Escribió sobre el peligro de priorizar los asuntos estatales y de descuidar la comunicación y el acercamiento con el Altísimo.

Bernardo le escribió resaltando los deberes del Vicario de Cristo, defendiendo la supremacía del poder espiritual y el derecho de la Iglesia a usar ejércitos seculares, basándose en las palabras que los apóstoles le dijeron a Jesús cuando lo apresaron, reunidos en el Evangelio de San Lucas, que él interpretó para sustentar «la doctrina de las dos espadas», presente en el pensamiento cristiano desde el comienzo de la Edad Media:

Si la espada material no perteneciera a la iglesia, el Señor no habría respondido «Es suficiente» a los apóstoles cuando dijeron «Aquí hay dos espadas», sino «Es demasiado». Por lo tanto, ambas espadas son de la iglesia, pero la espiritual debe ser tratada para la iglesia, y la material por la iglesia.

También escribió que el poder del Papa no es ilimitado:

Estás equivocado si, como creo, piensas que tu poder apostólico es el único establecido por Dios (dice el apóstol) «No hay poder que no provenga de Dios … Todos deben someterse a las instancias superiores.

No dice «la máxima autoridad», como si se refiriera a uno, sino «la máxima autoridad», como si se refiriera a varias. Por lo tanto, su poder no es el único que proviene de Dios, sino que también proviene de «Él», el poder del mediano y el pequeño.

San Bernardo de Claraval sostenía la convicción que todos los cargos de la Iglesia provenían directamente de Dios y escribió esto al Papa:

Reflexione que la Santa Iglesia Romana no es la señora, sino la madre de todas las iglesias. No eres el Señor de los obispos, sino uno de ellos.

Su doctrina

El santo era una persona que basaba mucho sus ideales en diferentes posturas, a continuación, explicaremos su doctrina:

Misticismo

Fue el primero en formular los principios básicos del misticismo y ayudó a configurarlo como el cuerpo espiritual de la Iglesia Católica.

Su devoción a la humanidad del Salvador fue una innovación basada en Cristo de los padres y de San Pablo, su forma de relacionarse con Cristo condujo a nuevas formas de espiritualidad basadas en la imitación de él.

Su teología mística tenía como objetivo principal mostrar el camino a la unión espiritual con Dios; su doctrina de esta búsqueda se inspiró en el estudio de las escrituras y los padres de la iglesia, así como en su propia vivencia religiosas. El esquema del misticismo bernardiano propone ir desde lo más profundo del pecado original hasta lo más alto del amor, la conexión mística con el Supremo.

Para alcanzar ese nivel místico existen cuatro grados de amor y en su disertación señala lo siguiente:

El ser humano se quiere, porque es carne y no le puede encantar nada como no sea igual de él, cuando ve que no puede sobrevivir solo, comienza a buscar al Supremo por devoción y amarlo, como es necesario para él. Entonces ama a Altísimo en segundo grado, pero no por él mismo.

A partir de que inició, por necesidad propia, a venerarlo y atenderlo, meditando, orando y obedeciéndole, lentamente debido a este tipo de familiaridad, el Supremo le demuestra su cariño.

Y así, va al tercer grado, que es amar al Señor por él mismo, en este nivel el ser humano se queda por mucho tiempo, y desde entonces, al lograr ese mayor lazo espiritual y divino con él, se libera de todas las enfermedades del cuerpo.

Devoción Mariana

En el occidente cristiano y desde finales del siglo XII, la cultura popular de la Virgen se desarrolló de forma masiva. Bernardo tuvo un papel resaltante en la difusión del culto mariano. Su teología de la Madre Santísima fue adoptada por los fieles y sus palabras se propagaron por todas las ramas de la religión.

Las fuentes de su doctrina

Las fuentes utilizadas por San Bernardo de Claraval están basadas principalmente en las escrituras bíblicas y la tradición cristiana, de ambas sustentó sus extraordinarios argumentos.

Bernardo creía en la «revelación verbal» de las escrituras bíblicas. Por lo tanto, en todas las palabras de sus relatos, buscó de interpretarla y sus connotaciones.

Cuando no entendía algunas oraciones o un sentido del texto, se humilló y le pidió al Altísimo que lo aclarara, porque entendió que, si había puesto esa palabra o frase y no otra, lo hizo por una razón específica. Esta fe en la revelación verbal dio lugar a importantes períodos místicos que se registraron en sus escritos.

Su búsqueda de la interpretación de tan importante texto religioso, sin limitarse al significado del autor sagrado, para obtener la justificación de sus experiencias individuales, se profundiza en la reflexión y la contemplación, de la misma manera que la iglesia primitiva y la tradición mística de los antiguos griegos de la escuela catequética alejandrina.

Se destaca la importancia de lo que pensaron de él, los dos arquitectos principales de la reforma protestante, Martín Lutero dijo que Bernardo superó a los médicos de todas las demás iglesias, y Juan Calvino lo elogió, señalando que el abad Bernardo habla el mismo lenguaje de la verdad.

Los libros de la Biblia que más citó para sustentar sus argumentos fueron: los Salmos 1519 veces; la carta de Pablo 1388 veces; el Evangelio de Mateo 614 veces; el de Juan 469 veces; el de San Lucas 465 veces; el libro de Isaías 358 veces y el Cantar de los Cantares 241 veces.

Otro fundamento para él era la tradición. En aquella época existían dos escuelas teológicas opuestas: la escuela antigua o tradicional, de la cual era el principal erudito, y la escuela moderna, patrocinada por Abelardo, basada en la especulación y la crítica filosófica.

Bernardo consideraba que la filosofía no aportaba nada para que las personas lograran su objetivo final. Llego a despreciar a Platón y Aristóteles diciendo que sus maestros eran los apóstoles; que no lo habían enseñado a leer al primero ni a practicar las discusiones del segundo.

No obstante, tenía una concepción neoplatónica del alma del hombre, que consideraba creada a imagen y semejanza del Altísimo y destinada a una conexión suprema con él.

Los padres de la Iglesia que más siguió fueron aquellos que se consideraban los maestros más autorizados de la misma, declarándose un fiel discípulo de San Ambrosio y San Agustín, por otro lado, escribió que difícilmente se apartaría de su opinión.

En cuanto a lo moral, su referencia fue Gregorio Magno. A su vez, se basaba en Casiodoro cuando escribía su maravilloso parecer sobre los salmos.

Entre los padres griegos también citaba Orígenes y Atanasio. Tenía una gran devoción por Benedicto de Nursia y por su regla de los monjes. Este trabajo enseñó su corazón e intelecto, y estaba convencido de que, al igual que la Biblia, era un libro inspirado directamente por el Altísimo.

Escritos de San Bernardo de Claraval

Los documentos de San Bernardo de Claraval, están incluidos en los volúmenes 182 y 183 de la compilación de los escritos de los Padres de la Iglesia y otros escritores del clero, lo cuales fueron publicados entre los años 1844 y 1865, dada su gran importancia para los seguidores de la religión.

Sus muchos compromisos no le permitieron realizar un extenso trabajo escrito. Sin embargo, redactó documentos que lo describen como un ser extraordinario dotado de gran fluidez verbal, dedicado a la religión y a la política, siendo también el renovador cisterciense, un reformador de la sociedad religiosa y defensor del papado. También reflejan la seguridad de la personalidad religiosa más influyente del siglo XII, como San Agustín y Santo Tomás.

Gracias a la excelente educación que recibió y convicciones, en sus textos plasmó un latín elegante y fue uno de los escritores más notables de su tiempo, entre los cuales se destacan: quinientas cartas y varios tratados doctrinales de inmenso valor espiritual para la Iglesia, desarrollados de una manera precisa y consistente.

Además, de los trescientos cincuenta sermones, entre ellos, el sermón de los monasterios de la Edad Media, que favoreció la formación religiosa e intelectual del monje.

Iconografía de San Bernardo de Claraval

Se dice que no existen retratos reales de él, pero si hay una variedad de representaciones, que generalmente corresponden a imágenes de piedad y devoción. Especialmente, se destacan los cuadros donde la Virgen, le ofrece leche de su pecho como premio por haber difundido su devoción, pintados por Alonso Cano y Murillo. Además, está la pintura del Cristo que lo abrazó del artista Ribalta.

En otras ilustraciones, aparece San Bernardo de Claraval llevando un báculo y un libro, como emblemas de su elocuente actuación pastoral.

La Divina Comedia y San Bernardo de Claraval

En la Divina Comedia, que es una gran obra literaria, Bernardo de Claraval aparece en el Paraíso desde el Canto XXXI. Debido a su espíritu contemplativo y su devoción mariana, es él quien conduce a Dante en el final de su viaje para observar al Todopoderoso y mantener la visión de lo divino, mostrándole al poeta la flor del lugar de todos los bendecidos, Canto XXXII, y lo invita a ver a la Madre Santísima como el rostro más parecido a Cristo.

Veneración a San Bernardo de Claraval

San Bernardo de Claraval por haber nacido y hecho vida en una época donde se produjeron cambios importantes en la iglesia católica, y su extraordinaria participación en esos hechos, fue reconocido por algunas de esas tendencias como uno de sus santos representantes, demostrándole veneración y aprecio, por su amplia contribución en la conducción de la religión en las iglesias católica, anglicana y luterana.

Novena a San Bernardo de Claraval

Como todo santo de la Iglesia Católica, posee una poderosa y bellísima novena, la cual es una serie de oraciones que se deben de recitar en un período de nueve días consecutivos. A continuación, enseñaremos sus hermosas palabras.

Por la señal de la Santa Cruz…

Acto de Contrición

Mi Señor Omnipresente, mi figura paterna amorosa, te presentó mis alabanzas y bendiciones; y me pesa haberte ofendido. Prometo cambiar mi proceder y ruego tu perdón de todas mis faltas por tu bonita bondad. Señor, te ofrezco mi cuerpo, mis sentidos y mi alma para siempre, con sus potencialidades, memoria, comprensión y voluntad.

Sugiero que me uses, con todas mis fuerzas, en tu servicio y gloria. Te agradezco infinitamente por tus beneficios. A ti, Señor, infinita amabilidad, te amo por ti mismo, con todo el cariño de mi alma; y deseo aprender cómo amarte, como todos los ángeles y santos en el cielo te han amado.

Ofrezco al Omnipresente, con sus méritos, con los de la reina de los ángeles y con los del más dulce Bernardo, todas mis obras, palabras y entendimientos, bañándolos con la sangre de Cristo, mi salvador, en cuya fe y amor deseo vivir y morir. Amén.

Oración Preparatoria para cada día

Oh Santísima, más gloriosa y más bendita Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas en una sola esencia, a quienes reconozco por mi Soberano, los amo, los alabo y los bendigo.

Te amo, Todopoderoso, tú que creaste el firmamento y la tierra, y todo lo que es visible e invisible. Te amo, el hijo único, la sabiduría del tesoro, las palabras paternas, la imagen más perfecta y piadosa del mundo.

Te amo, Espíritu Santo, un compendio de toda bondad que proviene de la suprema figura patena y del hijo, y eres un vínculo del amor verdadero, el consuelo más dulce y maravilloso santificador de almas. Te amo, Altísimo y clemente, infinito y duradero, que beatificas a todos los santos y seres celestiales.

A las tres divinas personas, las invoco, con el fruto de mi alma, para que realices estos ejercicios que hago en honor a tu amado siervo y abogado San Bernardo, y los Santos Ángeles, quien no deja de darte alabanza y gloria, por siempre. Amén.

Oración Final

Querido Bernardo, mi padre y mi abogado, este breve regalo que en estos nueve días te brindará mi afectuosa devoción y compensará los defectos de mi fragilidad, interponiéndote con compasión de mi Dios, para que no atiendas mis defectos, ni a quien soy, concédeme, por tu intercesión, el feliz envío de mi súplica en mi necesidad.

No pierdas la confianza que tengo en un patrón tan hermoso. En ti, dulce padre, confío; de ti espero intercesión; y para ti la gracia de mi Dios, para que pueda servirlo en esta vida y amarlo para siempre. Amén.

Gozos

Dulce miel de doctores, De tierno amor María,
Bernardo, sol brillante, Protege a los pecadores.

En este mundo llegaste, privado de Jesús
Pues con afecto constante, soportas tu dolor:
Bernardo, sol brillante, Protege a los pecadores.

De nobleza ilustre tomaste tu ser
Y estas muy ilustrado en cuya flagrante franqueza
Bernardo, sol brillante, Protege a los pecadores.

Con celo santo y divino. Instruyes a los mortales,
Y arrancar males, ser de virtud modelo
Bernardo, sol brillante, Protege a los pecadores.

Religión Sagrada Cisterciense
Tu fundador te ama y como eres luz
Del cielo, de sus destellos; Bernardo, sol brillante,
Protege a los pecadores.

Primer Día

Aplicando la humildad de los primeros coros de los santos ángeles, miramos al Altísimo nuestro Señor, y se aplicó a ellos, ya que estos espíritus soberanos, de la corte celestial, enviarían su ocupación a las embajadas de las pequeñas cosas.

Esta virtud fue ejercida por San Bernardo de Claraval con tal singularidad que, después de poner todo e inmerso en el abismo de su nada, nada podía desaparecer y levantarlo: ofrecieron seis obispos y otras grandes dignidades, y ninguna quiso aceptarlos, considerando ellos mismos indignos de ellos. Consideró valioso que Dios nuestro Señor lo usara para salvar almas.

En las quejas más grandes, no creía estar ofendido y, por lo tanto, dijo que no quería ser humilde sino difícil; y de esto nacía para hacer una oración por sus muchos adversarios y perseguidores e intentó con humildad y sumisión suavizarlos, y dar el bien por el mal, beneficio por injurias, y honor y reverencia por desprecios e insultos.

Oh mi Señor, ejemplo y premio de gran humildad, que tan profundamente has dignificado otorgar a tu amado siervo San Bernardo, te imploramos sinceramente que, por tu intercesión, te dignes que nos concedas la gracia de despreciar al mundo y sus vanidades y conquistar nuestras inclinaciones, honor y estima, para que, en el camino del desprecio, sigamos su cruz y podamos disfrutarlo en Gloria. Amén.

Rezar 3 Padre Nuestro, 3 Ave María y 1 Gloria al primer Coro de los Santos Ángeles.

Segundo Día

La virtud de la obediencia brilla en los Espíritus Sagrados que llamamos Arcángeles, no por su singularidad, ya que todos los seres de luz son muy obedientes, sino por cualidad: porque los Arcángeles tienen como mensajeros los asuntos más serios de la congregación celestial.

Nuestro Glorioso Padre San Bernardo fue el ejecutor más fiel de esta virtud, no solo dentro de la religión, donde, al alentar la tutela puntual de los tres votos principales, siempre tuvo en su corazón y, generalmente, en sus labios, estas palabras, dignas de que todos los religiosos los repiten continuamente para nuestras obligaciones: Bernardo, Bernardo, ¿para qué viniste a la religión?

Pero también en el negocio lo hizo por el bien de la Iglesia fuera de la religión: porque San Bernardo no fue uno de los que, con el pretexto de dedicarse a la contemplación, huyó del trabajo o por su gusto especial, salió generalmente bien, antes de unirse a la acción con la contemplación, él antepuso los asuntos públicos y la obediencia a las suyas, e incluso antes que su propia vida.

Tal como estaban las cosas, los médicos se maravillaron de lo delgado y agotado que estaba por los rigores de la penitencia: podía atender cualquier ocupación, por obediencia, caminó a la ciudad de Étampes para el Consejo, que puso todo en su determinación, como lo hizo declarando Supremo y verdadero Papa y Pastor de la Iglesia a Inocencio II contra el Antipapa Anacleto II.

Por obediencia fue dos veces a Roma, a Milán, a Gascuña; y muchas otras actuaciones sagradas que realizó por obediencia a la Iglesia.

¡Oh Señor mío! ¡Oh Señor mío! ¡Oh, Señor mío!, que te volviste obediente desde el comienzo de tu gloriosa vida hasta la escandalosa muerte de la cruz: haznos interceder por tu glorioso siervo San Bernardo obediente a todas tus ordenanzas, para que con el cumplimiento puntual culminemos nuestra peregrinación, en su servicio sagrado, y después de eso merecemos disfrutar de las felicidades que le das a sus elegidos. Amén.

Rezar 3 Padre Nuestro, 3 Ave María y 1 Gloria a los Santos Arcángeles.

Tercer Día

El oficio de la virtud es oponerse a las leyes de la naturaleza y realizar milagros continuamente y dado que la fe de San Bernardo de Claraval, como confirmación de lo que predicó, hizo tantos, este día se aplica a la grandeza de su fe.

No es fácil contarlo, ni siquiera en común, un monje de Claraval, compañero de San Bernardo, señaló que un día con la imposición de sus manos sanó a varios ciegos, sordos y personas que tenían dificultad para caminar.

Algunos piadosos querían escribir los milagros que hizo el santo y, comenzando a hacerlo, lo dejaron derrotado por su multitud. Un día bendijo unos cuantos panes y, cuando los distribuyó, les dijo a quienes los tomaron, la prueba de la verdad que les predico será que todas las personas enfermas que coman este pan estarán sanas.

Estuvo presente un obispo que, modificando la propuesta del Santo, dijo: Debes entender que sanarán si comen este pan con fe, a lo que el Santo respondió: No digo eso, Señor, pero como dicen mis palabras, parece que todos los enfermos a quienes les guste este pan recibirán salud, porque se entiende que somos legítimos y verdaderos embajadores del Altísimo.

Y como dijo, sucedió, porque todos los que comieron ese pan bendito, sin exclusión, fueron sanados, porque San Bernardo tenía mucha fe.

Señor todopoderoso y amable, te alabo y estoy muy agradecido porque me sacaste de la nada, porque me redimiste con la sangre poderosa de tu hijo, porque me hiciste cristiano y diste todas las informaciones de tu santa fe y doctrina de tu iglesia.

Por todo esto, respondí ingrato, por lo cual me arrepiento y pido perdón: ruego por la intercesión de tu maravilloso siervo y paterno San Bernardo, por una abundancia de frutos, así como buenas obras para revivir la fe, para que todos confiemos su protección y disfrutaremos de consuelos en esta vida y descanso eterno en la próxima. Amén.

Rezar 3 Padre Nuestro, 3 Ave María y 1 Gloria a las Virtudes Angélicas.

Cuarto Día

Las Potestades son esas inteligencias sagradas, que disfrutan por oficio ordenando a los buenos ángeles que presiden los reinos y potestades, y resistiendo las adversidades; ambas obras fueron vistas en la admirable vida de San Bernardo, celando el honor de Nuestro Señor, y por esta razón, dedicamos este día a ese celo.

La resistencia que hizo a las potestades adversas, fue dicha por el hereje Abelardo, ya advertido por el Santo, benigna y secretamente, de revocar las nuevas, falsas y perniciosas opiniones que había divulgado; ya concluido y convencido por el Santo, en el Consejo celebrado en ese lugar en Francia; Digamos que Porretano, quien disputó con el Santo en el Concilio de Reims, vino a retratar los errores que había enseñado.

La ordenación de los buenos ángeles se publica en sus escritos, como el famoso libro que llamó la Consideración, con el cual su discípulo el Papa Eugenio III adoctrinó. Además, se declara el hecho de que, ayudó a un clérigo de Tréveris, que había ido a Claraval, y arrojándose a los pies del santo abad, le rogó que corrigiera serios desacuerdos sufridos por sus ovejas.

San Bernardo lo acompañó, a pesar de que estaba en su lecho preparándose para morir, haciendo que el costo de este viaje fuera la Omnipotencia de nuestro Señor, quien repentinamente le dio fuerzas para ese día, porque lo tomó por su honor y servicio.

Oh inmenso espejo de bondad, sabiduría del Señor, por el ferviente celo de tu honor que distes a tu querido siervo San Bernardo, te suplicamos que nos comuniques un verdadero sentimiento de que respondemos sin gratitud a tus beneficios.

Y que el mundo entero no te ama con el amor correspondiente a los innumerables beneficios que continuamente recibes de tu misericordia más liberal. Emplea, Señor, de ella con nosotros ahora, y en el tiempo que esperamos, de nuestra partida. Amén.

Rezar 3 Padre Nuestro, 3 Ave María y 1 Gloria a las Potestades.

Quinto Día

Los principados son esos espíritus gloriosos que disponen lo que los creyentes deben realizar, a quienes presiden y, dado que se encuentran en el glorioso paterno San Bernardo, documentos divinos para sus súbditos, les dedicamos este quinto día.

Fue al comienzo de su gobierno tan rígido y ferviente que cuando recibía a un novato, lo primero que le decía era que dejara fuera del convento su cuerpo con todos sus malas costumbre y que entrara solo con el espíritu.

Cuando confesaba a sus monjes, cualquiera falta, por pequeña que fuera, le parecía seria, y les pedía a todos una gran perfección, que a muchos les quitaba las esperanzas de lograrlo el deseo de buscarla. Pero después de ver a un niño, que parecía vestido con una luz celestial, recibió una nueva gracia y un regalo único de suavidad y dulzura.

¡Oh clemente! ¡Oh Santísimo Redentor, mi Señor, protección, mi providencia en todos mis problemas, mi luz y dirección en todas mis dudas! Por los méritos de tu amado hijo San Bernardo, merezca tener verdadera discreción y providencia en los asuntos principales de mi alma, que es su salvación. Con ese fin, te invoco, Señor, para que vivas y reines con el Altísimo y el Espíritu Santo, por siempre. Amén.

Rezar 3 Padre Nuestro, 3 Ave María y 1 Gloria a los Principados.

Sexto Día

La dominación tiene dos aspectos en sus oficios, porque se usa en el hecho de que no seamos tiranizados, y en mandar sobre otros espíritus, y como uno y el otro están en los efectos de la oración de nuestro paterno San Bernardo, a él se aplica el oficio de aquellos soberanos espíritus.

No solo liberó la oración de San Bernardo de la tiranía, sino que efectivamente ordenó a los espíritus malignos que abandonaran los cuerpos de los que poseían y se fueron al instante; e incluso una vez sirviendo como una rueda con un cuerpo fantástico para un carro en el que el santo compondría una cierta disidencia, para impedir su malicia el bien que se seguía de aquietar aquella discordia.

Oh, alegría de comprender, mi Señor, pon los ojos de tu piedad divina en la contemplación de que fuiste servido para otorgar a tu talentoso siervo y a mi paterno San Bernardo, y a través de tu intercesión, serte servido, de concederme el que sepa asistir la oración y ser instruidos en sagrados ejercicios, por los cuales suba a lograr la corona de los escogidos. Amén.

Rezar 3 Padre Nuestro, 3 Ave María y 1 Gloria a las Dominaciones.

Séptimo Día

Los tronos son los espíritus que están llenos de la gracia, para que la majestad divina pueda sentirse en ellos, por lo que nos aplicamos a la admirable castidad de nuestro paterno San Bernardo de Claraval hoy.

Lo que apreciaba el santo por esta virtud, ya se puede ver en esa modestia y rara compostura con la que había cerrado todos los sentidos, porque la visión no fue suficiente para explicar un lago donde el santo había caminado todo el día, el del gusto no pudo distinguir un gran vaso de aceite que el santo bebió por agua.

Así fue como mantuvo las ventanas cerradas, donde podían robar el tesoro de su mayor aprecio, una frase que el Santo usó cuando una mujer insolente quería manchar el armiño de su pureza, porque comenzó a gritar, ladrones, ladrones, y acudiendo gente se libró de aquel peligro.

Todopoderoso, amante de la santa pureza, por lo cual le diste a tu amado siervo San Bernardo, te rogamos, que dedicado a tu santo servicio, con limpieza de conciencia y purificación del corazón, mantén nuestras mente en orden para preservar con tu ayuda la virtud de la castidad, para que, triunfando sobre la carne, el cruel enemigo de nuestras almas, merezcamos alcanzar la felicidad eterna. Amén.

Rezar 3 Padre Nuestro, 3 Ave María y 1 Gloria a los Tronos.

Octavo Día

Los querubines interpretan la plenitud de la ciencia, y mirando la de nuestro glorioso paterno San Bernardo, este día es adecuado para él. De la ciencia de los santos, algo se dijo en los otros días, de la ciencia de la Escritura y de los más altos misterios de la teología, dijo el Santo, habiendo sido la soledad de sus escuelas, sus maestros los árboles y su estudio de la oración y la meditación.

Su uso se puede ver en sus obras, donde se sabe que las palabras y los consejos de los Libros Sagrados son manejadas con eminencia, ya que los escribe, no como quién la cita, sino cómo el que ha elegido, dirigido y convertido.

Oh Señor, verdadero consuelo de mi alma, inmensa sabiduría, mediante la cual te comunicaste con tu amado siervo San Bernardo de Claraval, convirtiéndolo en un médico melifluo de la Iglesia y dándole dulzura especial en lo que dijo y escribió sobre su tu más bella madre Reina de los Ángeles, Nuestra Señora. Amén.

Rezar 3 Padre Nuestro, 3 Ave María y 1 Gloria a los Querubines.

Noveno Día

Son los serafines los que arden en caridad; y San Bernardo fue un Serafín en carne. Son testigos fieles aquellos compasivos afectos con que, contemplando los dolores y las afrentas de nuestro Señor crucificado, derretido por la ansiedad, hizo tan suyas aquellas penas por el cariño que merecía el que lo abrazó, y en estrechos lazos, se uniría con su amado.

Un testigo fiel es el dulce éxtasis en el que merecía ser dotado con la sangre del costado de Cristo y con la leche más pura del seno maternal santísimo.

Los elementos son testigos fieles, no es sin misterios que es la primera de todas las cartas de San Bernardo, la que escribió a su sobrino Roberto, porque mientras el santo dictaba comenzó a caer fuertemente el preciado líquido del cielo y el secretario quiso recuperar el papel y dijo él, esto es obra del Señor, escribe y no temas.

Y entonces escribió y terminó su epístola en medio del agua sin mojarse, porque la caridad, que llevó al santo Padre San Bernardo a dictar la carta, es la que no puede ser extinguida por las aguas.

Oh mi Señor, hazme apreciar tu infinita amabilidad con todo el cariño de mi alma por ti mismo, y dame a través de la intercesión de mi bella maternal santísima, de los nueve amores de los seres de luz, por tu amado San Bernardo, el beneficio que te pido si conduce a mi salvación.

Da, Señor, paz y armonía a los príncipes cristianos; derecho en sus gobiernos a todos los príncipes eclesiásticos; reduce los infieles a nuestra ley divina, los separadores de nuestra Santa Iglesia, y aquellos que están en pecado a la verdadera penitencia.

Ten compasión Señor, de las almas que se encuentran purgando sus faltas, toma el bien para protegerme, defenderme y liberarme de los trucos, ataduras y maldades de mis enemigos visibles e invisibles, ahora y para siempre. Amén.

Rezar 3 Padre Nuestro, 3 Ave María y 1 Gloria a los Serafines.

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